
El efecto Feijóo ha hecho historia en muy poco tiempo. Los 58 escaños de Juanma Moreno en las elecciones de Andalucía marcan un cambio de ciclo político en Andalucía y en toda España. La victoria de Moreno significa un punto de inflexión importante en todos los aspectos, al tiempo que exige una lectura tranquila por los muchos efectos políticos y sociales que contiene. Cierto, no solo el PSOE tiene que hacer su análisis, que lo hará medio atontado por la pérdida de credibilidad que suponen los resultados obtenidos por el candidato del PP, sino también porque implica un golpe muy duro para los partidos de izquierda, pues pierden uno de sus feudos tradicionales. El viraje sociológico arrancó el 19 de junio de 2022.
El candidato socialista rubrica un desastre con sus 30 diputados, tres menos que la defenestrada Susana Díaz. "Es un punto de inflexión porque nos hemos comido a Ciudadanos y mantenido a raya a Vox", reflexiona un veterano que lidió con la entrada en el Congreso de Albert Rivera en 2015.
"Hemos vuelto a ser un partido de mayorías", se felicitaban ayer en los territorios, donde coinciden en que la clave ha sido volver a la centralidad y el desembarco de Feijóo en Madrid. "La gente le ve capaz de gobernar y eso moviliza el voto útil". En el partido también hay quienes, sin restarle mérito, resaltan que es "un hombre con talante ganador" y eso se contagia entre la militancia y el electorado.
El varapalo a Juan Marín también afectará a Inés Arrimadas, que asiste a la progresiva descomposición de Ciudadanos. El exvicepresidente andaluz presentó ayer su dimisión. Hay quien le sitúa en el Gobierno de Juanma Moreno. En el partido ya hay quienes empiezan a dudar de que sea posible llegar a las elecciones generales si se pierde también el poder en los ayuntamientos en las próximas citas. Hay desbandada de cargos.
La apuesta por Macarena Olona ha supuesto un fracaso inesperado y un frenazo en seco de la ultraderecha, convencida de que su proyecto estaba en ascenso. Que Vox haya logrado solo dos escaños más que en 2018 se interpreta entre los populares como que han tocado su techo, que ya no dan más de sí. La moderación y el caché de Feijóo han jugado un papel fundamental para acallar la furia victoriosa de los de Abascal. Olona llegó a ofrecer a Moreno la vicepresidencia de la Junta si alcanzaban la victoria. La irrelevancia de los partidos de izquierda se acentúa en Andalucía.
El PSOE está en plena convulsión. Se han perdido casi 200.000 votos en Andalucía, el 24% respecto a 2018, y el PP les dobla en escaños.
Entre los barones, ya se está hablando de las dos posibles salidas para el presidente del Gobierno. Los hay que piden presionar para que anuncie que no será candidato antes de las municipales y autonómicas de mayo o los que apuestan por que solo cabe esperar a que pierda y, en ese momento, hacer una catarsis en el socialismo. También preocupa lo que ocurre a su izquierda. Los socialistas ven cómo su muleta se desinfla por la pugna entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias por el control de la futura plataforma, que para muchos "nacerá muerta". Los andaluces le han dado la espalda al PSOE, hastiados de un modelo de política que no resuelve sus problemas.
En Moncloa se esperan “cambios inminentes”. No convence el argumento de que "no son unas nacionales", porque con el partido así en Andalucía, poco pueden esperar en el resto de España.